Queridx lector,
antes de nada quería disculparme por haber tardado tanto en escribir. Soy una
clase de persona que escribe cuando las palabras se me ahogan tan profundamente
en la garganta que no puedo hacer otra cosa que escribir para soltarlas, para
darles libertad. Y esto ocurre, cuando ocurre. No quiero ser irrespetuosa
contigo, por eso te lo estoy explicando. Me gustaría ser capaz de escribir cada
día y admiro a todxs aquellxs bloggers que lo hacen, pero a través de mi vida
aprendí que yo tengo mi método y es éste. No quiero enrollarme demasiado ahora,
porque esto es una especie de introducción antes de empezar a hablar sobre lo
que quiero hablar. Así, que sin más preámbulos…
Ana Medem |
Me han pasado
muchas cosas durante los últimos años. He llorado, he reído, pero sobretodo: he
aprendido. No soy una erudita sobre el tema que quiero hablar hoy, así que
aclaro antes de empezar que todo lo que voy a escribir se trata sobre mis
impresiones, mi visión, lo que yo creo en estos momentos, lo que he averiguado
gracias a la gran maestra de la vida.
Creo firmemente
en las vidas pasadas y futuras y en que hay un estado entre vidas (con el que,
por cierto, una vez soñé). Y creo firmemente que hay personas a las que conozco
desde hace miles de años y con las que he compartido varias vidas y con las que
he aprendido lecciones y con las que sé que me quedan lecciones que aprender… y
es que, a veces, conoces a alguien y seguramente te hayas encontrado con la
sensación de que ya lo conocías de antes ¿a qué te ha pasado, verdad? Y si el
nexo es lo suficientemente fuerte, hasta te atreves a decir: creo que tú y yo
nos conocemos de otras vidas. Y si la persona es creyente, te dirá que ha
tenido la misma sensación.
Algunas veces,
miras a los ojos de alguien y descubres que ese nexo, esa unión es de tantas y
distintas vidas que puede llegar a asustar. Y sabes que le has amado, que le
has odiado, que ha sido tu hermanx o que ha sido tu familia (de la que nos toca
o de la que elegimos). Y lo sabes y tu corazón se alegra porque ha encontrado a
alguien que forma parte de tu alma.
Las lecciones que
venimos a aprender no son fáciles. Nada fáciles. Y en el caos en que nuestra mente,
corazón y espíritu se encuentra, muchas veces nos resulta difícil saber qué es
a lo que hemos venido, qué podemos hacer para conseguir el objetivo final, el
objetivo de aprender, evolucionar y ser feliz.
Y los caminos se
cruzan, se descruzan, las lecciones te juntan y/o te separan de estas almas, a
las que podríamos llamar gemelas, aunque la mayoría piense que sólo tenemos un
alma gemela yo estoy convencida de que tenemos más de una, porque no venimos a
aprender de una sola cosa, sino de muchas a lo largo de las vidas. Y da pena
cuando te alejas de alguien que sabes que es importante para ti, pero que sabes
que si continúas con esa persona te harás daño. Pero después, cuando ha pasado
el tiempo y has sanado tus heridas, cuando has ordenado tus ideas y tu vida y
piensas en el pasado y no recuerdas con dolor los momentos malos y recuerdas
con una sonrisa los que fueron buenos estás a tiempo de dar ¡un pequeño pero
gran paso! Y volver, no a lo que antes había, sino al alma de la otra persona y
desgranar juntos otras lecciones que están por venir y que aún desconoces, pero
que sin duda sabes que son realmente importantes para ti.
Namasté.
P.S.: Si te han gustado estas impresiones, navega por el blog en busca de otras... con total libertad, siéntete cómodx para descalzarte y pasear por donde te apetezca...
P.S. 2: El cuadro no sé cómo se titula, sólo sé que lo vi en la maravillosa película de Julio Medem "Caótica Ana" y buscando en la red cuadros de Ana Medem apareció éste, así que espero que sea de ella y no lo pintasen para la película.