Artista: Salvador Dalí |
Hace relativamente poco tiempo, volvió a mí una información que la primera vez que me llegó dejé pasar de largo. No sabía lo que era, nunca me había planteado siquiera informarme sobre en qué consiste esa terapia. Había escuchado hablar de ella, pero nunca jamás había profundizado. Tengo una amiga, que en su momento me explicó que estaba averiguando sobre terapias semejantes y tal, pero no era mi momento, así que dejé pasar esa información.
Como ahora era mi momento, la información volvió a mí y la busqué. Unas simples palabras en una pantalla que no iban ni siquiera dirigidas a mí hicieron saltar el "click" y me puse a buscar "mira tal vídeo de tal persona" y vi las dos horas que duraba y como no me quedé satisfecha, ahora estoy viendo una conferencia que duró más de 15 horas. ¿Y qué fue lo primero que hice aun antes de ver ni siquiera el vídeo? Recordé que a mi amiga en un momento dado de su existencia le había interesado algo parecido a ese tema, así que le pasé la información.
Y me puse a ver los vídeos.
Pasado un rato, mi amiga me comunicó que en estos momentos no era su momento para ver los vídeos, que ya había visto alguno del mismo autor y que ahora estaba trabajando en otra cosa. Me sentí súper honrada con su respuesta. Otra de mis amigas, en cambio, sí que vio el primero de los vídeos, y también me sentí honrada con su respuesta. Las dos me demostraron con ese simple gesto lo mucho que me quieren.
Puede que te preguntes cómo me puede demostrar alguien que me quiere sin hacer lo que le he sugerido que haga. Pues es muy fácil, fue total y absolutamente sincera y coherente con su momento. Respetó mi momento y me hizo partícipe de que no era el suyo, pero que agradecía la información y se alegraba porque yo la hubiera encontrado. Para mí, no hay gesto más valioso que la sinceridad y la coherencia. Y siempre que tus palabras sean hermosas, no intenten herir, son valiosas.
La vida son momentos. Y los mejores momentos son los que compartes (o no) con tus mejores amigos.
Namasté.